Reconciliación

En este sacramento de sanación celebramos a Dios perdonando nuestros pecados para nosotros volvernos más unidos con Dios y con la Iglesia.

En el evangelio de Lucas (15:11-24) leemos la historia del hijo pródigo quien tomó su parte de la herencia de la familia y la gastó en necedades. Cuando se dio cuenta de cuan vacía estaba su vida y se acordó de la bondad y del amor de su padre, decidió regresar a casa y pedir para ser aceptado de nuevo en su familia. Su padre le vio venir y corrió a darle encuentro con un gran abrazo. Entonces, su padre celebró una gran fiesta para festejar el retorno de su hijo que estaba perdido.

En esta historia podemos ver como Dios siempre nos perdona y nos recibe una vez más a pesar de que le demos la espalda muchas veces. No hay acción pecaminosa que Dios no pueda perdonar. Cuando pecamos podemos volver a reunirnos con Dios a través del sacramento de la penitencia o reconciliación.

El sacramento de la penitencia forma parte de nuestra vida de fe que es de continua conversión y transformación. Estamos constantemente llamados a pasar de lo viejo a lo nuevo, de ser egocentristas a ser altruistas, a pasar del pecado a una mayor intimidad con Dios.

En nuestro camino de conversión, la celebración del sacramento de la reconciliación es una expresión muy evidente de la necesidad de las personas que son llamadas a la renovación y al crecimiento espiritual. El pecado nos aleja de Dios y de los demás, también distorsiona nuestra visión. Nos hace perder de vista nuestra dignidad bautismal. Los pecados serios nos apartan del lugar en el cual podemos experimentar la vida de Cristo que es su Iglesia.

El sacramento de la reconciliación se vuelve entonces la manera mediante la cual renovamos nuestra dedicación bautismal y nuestra dignidad. Se convierte en la oportunidad de restaurar nuestra inocencia bautismal, la cual se ha manchado por el pecado.

Lo Esencial

Qué es el pecado?

Nosotros somos profundamente amados por Dios, un amor que es incondicional. Dios nos ha dado la vida, y a través del bautismo, nos llama hacia una unión con Cristo y con los demás.

El pecado puede ser visto como un rechazo al amor de Dios, como una negativa a la oportunidad de aceptar su amor y a pasarlo a los demás, y aunque mucha gente afirma que “no hacen nada malo", se tendría que pensar en las cosas que hemos hecho con las cuales fallamos en desarrollarnos como personas y en ayudar a otros. Esto puede ser la causa de causarnos daño a nosotros mismos o a los demás. Muchos de nuestros fracasos personales pueden ser llamados como pecados porque se interponen en el camino de lo que Dios nos ha llamado a ser.

Hay veces que al pecado se le llama una enfermedad o un desorden interno de la persona. Hay ocasiones en las cuales estamos seriamente enfermos, y otras veces cuando tenemos un leve resfriado. Así también el pecado puede ser muy serio (mortal) o menos amenazante (venial). La conexión entre salud, santidad e integridad nos ayuda a descubrir la presencia de pecado en nuestra vida. Cuáles son esos lugares, esas áreas o esas situaciones que “simplemente no encajan o no se sienten bien?” Cuáles son esas situaciones en las cuales pude haber hecho algo pero decidí no hacer nada?

El pecado es un acto personal, y por ende afecta a la persona individual que ha sido creada en imagen y semejanza a Dios. Nuestra participación en el mal colectivo da lugar al "pecado social" – que es el pecado que genera situaciones sociales e instituciones que son contrarias a la misma naturaleza de Dios.

Que puedo hacer entonces en referencia a mi sanación e integridad? La misericordia de nuestro Señor es eterna y no conoce límites.

Conversión y arrepentimiento

Conversión significa caminar en dirección contraria, haciendo una reversión completa de un camino antiguo. La luz de la gloria de Cristo la que nos llama a cambiar nuestros corazones, a adaptar radicalmente nuestra vida a la vida de Cristo.

El acto más importante del penitente en la celebración del sacramento de reconciliación es el arrepentimiento, que es el dolor de corazón sincero y a versión por el pecado cometido, junto con la intención de no pecar más. Solamente podemos acercarnos al reino de Cristo por medio de la metanoia o conversión. Esto representa un cambio profundo de toda la persona por medio del cual uno comienza a considerar, juzgar y direccionar su vida de acuerdo a la santidad y al amor de Dios, que se hace manifiesto en Jesucristo. La autenticidad de la penitencia depende del arrepentimiento de corazón de la persona. La conversión afecta a la persona desde dentro para que pueda progresivamente iluminarle y hacer que la persona se asemeje más a Cristo.

Nuestro Dios siempre nos está llamando a una unión más profunda con él, una llamada constante a cambiar nuestros corazones y acomodarlos al corazón mismo de Dios, que es amor.

Confesión

El sacramento de la reconciliación incluye la confesión de los pecados, que viene del conocimiento profundo de uno mismo frente a Dios y de arrepentimiento de los pecados. En todo caso, este examen interno del corazón y la acusación exterior deben ser hechos bajo la luz de la misericordia de Dios. La confesión requiere que el penitente tenga la voluntad de abrir su corazón frente al ministro de Dios, y requiere del ministro un juicio espiritual por medio del cual y actuando en la persona de Cristo, él pronuncia el perdón de los pecados.

La confesión se completa por medio de los actos de penitencia por los pecados cometidos, un cambio de conducta y por la reparación de los daños cometidos. El tipo y alcance de la satisfacción/reparación debe ir de acuerdo a la condición personal de cada uno para que pueda ser restaurado el orden que ha sido perturbado por el pecado y con el remedio correspondiente pueda ser curado de la enfermedad que sufre. Por esto el penitente, olvidando las cosas del pasado vuelve a ser parte del misterio de la salvación y mira hacia el futuro lleno de esperanza.

Absolución

A través del signo de la absolución, Dios otorga el perdón al pecador que en confesión sacramental manifiesta un cambio de corazón frente al ministro de la iglesia. En el diseño de Dios, la humanidad y bondad amorosas de nuestro Salvador se nos han aparecido visiblemente, y Dios usa signos visibles para dar salvación y para renovar el pacto que ha sido roto.

En el sacramento de la reconciliación el Padre recibe al hijo arrepentido que vuelve a él, Cristo se pone la oveja perdida al hombro y la trae de vuelta al rebaño, y el Espíritu Santo santifica el templo de Dios nuevamente, viviendo más profundamente dentro de él. Esto se expresa al compartir más renovada y fervientemente en la mesa del Señor, y hay un gran gozo en el banquete de la Iglesia de Dios cuando un hijo o una hija han retornado de lejos.

Información

  • CONFESIONES Sábados a las 3:15pm y Domingos a las 10:15am, o en cualquier momento si se hace una cita previa o el sacerdote se encuentra disponible.

Referencias

  • CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA - 1422 "Los que se acercan al sacramento de la penitencia obtienen de la misericordia de Dios el perdón de los pecados cometidos contra El y, al mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia, a la que ofendieron con sus pecados. Ella les mueve a conversión con su amor, su ejemplo y sus oraciones" CIC 1422 por el vatican.va
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    CODIGO DE DERECHO CANONICO 959
    TITULO IV: RECONCILIACION
    "En el sacramento de la penitencia, los fieles que confiesan sus pecados a un ministro legítimo, arrepentidos de ellos y con propósito de enmienda, obtienen de Dios el perdón de los pecados cometidos después del bautismo, mediante la absolución dada por el mismo ministro y, al mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia a la que hirieron al pecar." CDC 959 por el vatican.va
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    ENCICLOPEDIA CATOLICA: Reconciliación "Penance is a sacrament of the New Law instituted by Christ in which forgiveness of sins committed after baptism is granted through the priest's absolution to those who with true sorrow confess their sins and promise to satisfy for the same."
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